Análisis: el despechado
Si sos de los que siempre creyó que la extensión indefinida de la cuarentena fue un acto criminal y de sometimiento social, no te equivocaste. Apareció un primer arrepentido para corroborarlo. Martín Guzmán, el ex titular de la cartera de economía, reveló que “la cuarentena fue más larga de lo que debería hacer sido, desde mi punto de vista y dada la información técnica que tenía”. Así de liviano, el antiguo predilecto de Alberto reconoció que, pese a que la data epidemiológica favorecía la apertura, el 4to gobierno K prefirió lo contrario. Y todo porque “en un momento pasó a ser un tema político, una bandera más política, el hecho de que la administración de la pandemia era lo que hacía fuerte al gobierno”. Esto es: el Ejecutivo bifronte controlaba marcialmente quién se fundía y quién no.
El sincericidio de Guzmán se esparció por la social media como reguero de pólvora. Uno (de los muchísimos) que respondió con artillería pesada fue Adorni, el portavoz presidencial. “Te encerraron en pandemia únicamente porque les rendía políticamente. Sin embargo, dicen ellos que la dictadura es Javier Milei”. De toda la ferocidad y la ira qué recibió el economista a través de las redes, eligió contestarle a Adorni: “No me descontextualices. Son palabras de quien era ministro de economía. En el contexto de pandemia todas las decisiones son de salud pública. La decisión política sobre la restricción solo podía ser una, y era la de Salud”. Guzmán se entierra más profundo sin siquiera notarlo. Si la decisión era de Salud y los guarismos daban bien, por qué se mantuvo el cautiverio. Acabó siendo político como siempre se imaginó.
Lo doblemente bueno del asteroide que pegó en la cara más vil del kirchnerismo es que la atrocidad autoritaria se judicializó. El fiscal Marijuán radicó una denuncia penal contra Alberto Fernández y otros decisores del gabinete por abuso de autoridad y violación de los deberes de funcionario público. El que investiga es el también fiscal Carlos Stornelli. El nuevo frente del expresidente que se jactaba de que habían vuelto mejores promete amargarle la existencia a niveles insospechados. No es para menos, se trató de un grupo de facinerosos, encabezado por los dos peores, que se hizo de los derechos de un país mientras el resto moría e iba a la ruina y a la educación cerrada por dos años. Pero los de la justicia social eran ellos.
Entretanto, Martín Guzmán, que luce un buzo gris con la leyenda “Argentina” en el pecho, a modo de extranjero que quiere agradar a los lugareños, considera la posibilidad de incursionar en política.
Pero eso será luego de los improperios, los gritos de “traidor” y las citaciones judiciales.
Por: Esteban Fernández