Análisis: el macanero
Si uno espera un rapto de sinceridad o verdad del candidato Massa, no tendrá ese gusto. Si lo espera del ministro de economía, tampoco. Durante la última entrevista con Luis Majul, al ser consultado por la inflación galopante del 146% anual, culpó a la sequía y a la devaluación que exigió el FMI. En el colmo de la negación, y en vez de agarrarse la cabeza por el índice actual de dos dígitos, tuvo la caradurez de resaltar que cuando asumió, más de un año atrás, había logrado contener los precios durante unos pocos meses. Magro consuelo para un mentiroso. Máxime cuando en ningún momento reconoció que la enfermiza emisión monetaria, el déficit, los cepos, la carga tributaria y el ahorque general de la economía son los principales parámetros que explican que la Argentina sea cada vez más pobre e inflacionaria.
El ex intendente de Tigre es tan impúdico para faltar a la verdad que cuando se le recuerda que ningún otro gobierno tomó más deuda pública que esta cuarta versión K (alrededor de 100.000 millones de moneda dura), responde “no es así”, pero no comunica sus cifras. Solo la negativa del que no tiene una contestación cierta. Las verdades fácticas destruyen la posverdad del kirchnerismo. Y hablando de la cepa, aquí emerge la tercera mentira consecutiva que pronunció el oficialista sin ruborizarse.
Cuando fue consultado por Majul sobre cuál sería el rol de la vice en una hipotética presidencia suya, aseguró que CFK dejará la función pública el próximo 10 de diciembre y “no va a tener cargo. Por lo que no se va a meter en nada”. En principio, la jefa confirmo que seguirá militando; ergo, difícilmente deje de ejercer presión e influencia. Incluso si creyéramos que se dedicará solamente a sus nietos y a las causas judiciales; qué hace Massa con Máximo a la cabeza de la lista de diputados. ¿Y con Wado de Pedro haciendo lo propio en la de senadores? ¿Y con el gobernador, que responde a ella como un poodle? ¿Y los intendentes afines? ¿Y toda la estructurada ya tomada? En qué multiverso no deberá acordar con la variante de la que él es código genético. Porque otra que pretenden vender es que Sergio, el que fuera jefe de gabinete de Cristina, es un outsider.
No es kirchnerista, a duras penas es peronista. Piensan que reescribiendo su afinidad política podrá captar voluntades del centro y los radicales sentirán menos culpa cuando lo voten. Sí, radicales votando peronistas. La infamia no conoce fin.
La siguiente mentira, una de las fundacionales, es la idea de que viene a engendrar un gobierno de “unidad nacional”. Y lo respalda con argumentos pueriles como: “Mi ministro de economía será de otro signo político”. Raro seria que fuese kirchnerista.
A propósito del reciente escándalo de las escuchas ilegales que desplegó CFK y su tropa de extorsionadores, habría que conocer la opinión del elegido. “Durante mi gobierno no habrá espionaje como el que desplegó Macri”. Sabremos entonces que, en caso de ser electo, eso, será otro de los asuntos sobre los que la expresidenta no tendrá nada que ver.
Es peculiar la insistencia sobre el discurso del miedo: con Milei la nafta valdrá 800 pesos. Y el latiguillo, también amedrentador, de que los libertarios encarnan el “salto al vacío”. Lo cual sería opuesto a la “estabilidad” que proyecta el oficialismo. Todo tarot y predicciones del más allá. Arrestos desesperados para que nada cambie.
Garrapatas del poder.
Esteban Fernández