Análisis: el mandadero
La bronca de Máximo con su hermano putativo alcanzó la cumbre durante el proceso que desembocó en las elecciones de 2023. La idea de los Kirchner era que Kicillof fuera por la presidencia y le dejara el sillón de provincia al hijo de Cristina. Por supuesto, la jugada no convenció a Axel, que veía la cabeza de la fórmula como una pira fúnebre. Para evitar que el antagonismo llegara al río, se acordó que medirían a Máximo en PBA y luego decidirían. No hizo falta decidir. Su nivel de aprobación entre los bonaerenses fue tan bajo que corrían el riesgo de perder el bastión ante cualquiera candidato. A Junior no le quedó opción mas que masticar bronca y lamerse el desprecio de la gente. CFK lo calmó con la candidatura de Wado. Esa que luego traicionó.
Digresión aparte, el jefe de La Cámpora salió del hoyo y se presentó en La Plata el último fin de semana. Resulta penoso intentar seguir su razonamiento porque no finaliza ninguna idea. No es una incapacidad, lo hace adrede. Sabe que es mejor no profundizar porque flota en aguas de ignorancia. Cada tanto deja algún titular disruptivo contra su hermano extramatrimonial, pero no lo dice con nombre y apellido, alude tangencialmente. No va a ser cuestión que “la compañera Cristina”, como suele referirse, le aplique un correctivo. Ella no le perdona a la sociedad la imagen negativa que pesa sobre su retoño. Es lógico, ninguna madre estaría contenta, pero en su caso significaba la posibilidad de eternizarse en el poder con la fórmula Kirchner/Kirchner. Por suerte, resultamos autodestructivos, pero no tanto.
Llama la atención el uso que hace de “dimos la pelea”. Para Máximo cualquier actividad, por obvia, usual u obligada, merece esa calificación herculina. A saber: “Cuando se caía el gobierno (de los Fernández) dimos esa pelea”. Qué otra cosa iba a hacer, ¿no era acaso para lo que habían sido elegidos? “Fuimos a la elección, dimos la pelea, y finalmente fue elegido el presidente Milei”. ¿En serio hubo que dar pelea en un proceso eleccionario? ¡Qué primicia! “Ella, que dio la pelea, terminó condenada durante un gobierno peronista”. Parece que, para Junior, como resultado de sus años de holgazanería, toda ruptura de la inercia es una pelea que se da y merece contarse en voz alta. O quizás, nunca lo consideró así y simplemente sea la muletilla de un haragán al que nunca le interesó el bien común.
Al fin y al cabo, fue él quien dijo en el Congreso una de las vilezas más recordadas de la pandemia: “Yo no quiero un país que tenga que ceder a los caprichos de los laboratorios extranjeros”. Y por tipos así de pútridos se retrasó no menos de un año el ingreso de las principales vacunas contra el coronavirus.
Sí, criminal, él y su prosapia.
Por: Esteban Fernández