Análisis: política en marcha
Que la marcha para reclamar por un mayor financiamiento de las universidades nacionales venga con el aval de las tres centrales obreras y del arco piquetero no hace más que remarcar el carácter político beligerante de la manifestación. Nunca se trató (verdaderamente) de los estudiantes, de los jubilados o de los trabajadores. La idea rectora siempre fue sumir al gobierno en una crisis permanente. Repasemos: había transcurrido menos de un mes de gestión Milei cuando la CGT y los demás gordos montaron la primera movilización. La respuesta de la gente no fue la que esperaban. No dispuestos a reconocer que no era el momento, lanzaron un segundo paro en mayo 2024. La sociedad, con el recuerdo en carne viva del peor gobierno desde el regreso de la democracia, miró con más desdén que antes.
No les llevó demasiado darse cuenta de que si pretendían adhesión colectiva debían venir con causas, con luchas de masas más seductoras que la del trabajador sindicalizado. De ahí el súbito apuro del legislativo por sancionar una nueva ley de movilidad jubilatoria y pedir más fondos para las universidades. Jubilados y estudiantes. Sujetos sociales de carga positiva. ¿Qué mejor que ellos para vehiculizar los intereses de la política? Política que durante lo más cruento del encierro no legisló para los jubilados y tampoco para los estudiantes. Las escuelas y las universidades estaban cerradas y los adultos mayores recibían aumentos a dedo del peor presidente de la historia. Y no hablamos de los miles de abuelos que murieron sin tener una vacuna contra el COVID. Los legisladores no andaban consternados. Es solo en esta época que se arrancan los ropajes y lamentan que el dólar cotice tan barato… También marchan.
El desafío estará en el Congreso y cómo harán los ediles libertarios y aliados para bancar el veto presidencial. En principio, asoma más complicado. La oposición ya tomó nota de los díscolos y buscará cerrar filas. De cualquier manera, el oficialismo tiene margen para seguir tendiendo vínculos legislativos y no ceder terreno.
El gobierno de Milei lleva menos tiempo del que nos tuvo encerrados el presidente de la violencia de género, de las fiestas clandestinas, de la inflación flagrante, del dólar para ricos y de los brokers amigos. En ese entonces, militaban el aislamiento, la educación clausurada y las vacunas para ellos.
Son la oposición de ahora.
Por: Esteban Fernández