Análisis: qué hacemos con la ex
En lo que concierne al asunto CFK, el justicialismo se encuentra en una disyuntiva: jubilarla o darle formalmente el papel de presidenta y referente omnipresente del PJ total. La contra de los que desean su retiro es que no saben cómo hacerlo; ergo, acaba siendo algo extracorpóreo. La expresión del deseo. Además, la ex compañera de fórmula del cadáver político AF ya aclaró que no se quedará haciendo de abuela, piensa seguir en la arena. Resulta más beneficioso pelear los frentes judiciales desde adentro que desde el destierro. Queda también el tema del electorado fiel. ¿Alguien cree que no le hará valer su caudal a cualquier candidato por venir? Entonces, cómo se la va a mudar al ostracismo. Más allá de estos nodos insolubles, los que adscriben a su jubilación comparten un pronóstico: tarde o temprano se convertirá en los clavos, el ataúd y la lápida del partido. Difícilmente lo deje vivo. Tiene que ver con su naturaleza. Sobre esa profecía se encolumnan los rupturistas.
La otra posibilidad, ya que es la “dueña de los votos”, sería colgarle formalmente los laureles y que siga como hasta ahora: eligiendo candidatos, armando listas y cortando el bacalao. Y todo porque no hay otro peronista con mejor representatividad electoral que la ex. Vaya crisis de figuras. Lo cierto es que para ella, luego de fracasado el plan Máximo presidente, no hay candidato por el que desee hinchar. Lo disfraza, como cuando respaldó a Massa, pero fue solo conveniencia. ¿O piensan que Kicillof puede sucederla? Ella lo sabe. Cualquiera lo sabe.
Su última aparición, un mensaje de voz al plenario de la Mesa Nacional de Nuevo Encuentro, el partido moronense de Martín Sabbatella, ese que se atrincheró en el AFSCA cuando asumió Macri, fue un festín de términos lanzados a la rimbombancia sonora. De contenido, poco. Los dos minutos y fracción dejaron claro que el kirchnerismo sigue “repensando políticas” en el marco de la nada misma. Parecida a la inoperancia de los últimos cuatro años. Queda claro que la dos veces presidenta mandato completo, como le gusta nombrarse en las redes, está más para el sillón de la tertulia, para idear carpetazos, golpes palaciegos y teorías falsas, como su favorita sobre la emisión monetaria o la pata política del intento de asesinarla, que para la acción productiva. Lo demostró durante su gestión de la presidencia del Senado. Nunca se sesionó menos. Y cuando lo hizo fue para favorecer su agenda judicial.
Cristina dice que la postura del kirchnerismo y de las fuerzas afines no debe anclarse en el dogmatismo o el “consignismo” (invento), sino en la comprobación empírica ¿? Habría que recordarle que Junior y amigos votaron en contra de acordar con el Fondo porque lastimaba el “capital simbólico”. Era preferible que el país se fuera al default antes que traicionar el mantra “No al FMI” y a la muchachada. Total, era el gobierno de Alberto. Nosotros: oposición y relatores.
Es a lo máximo que pueden aspirar.
Esteban Fernández