Análisis: quimera de la renovación
La última vez que el PJ se reunió en un congreso partidario fue el 22 de marzo. La idea era formar una mesa de “acción política” para oponerse orgánicamente a Milei, pero resultó que eran tan bolsa de serpientes, con el perdón de los ofidios, que el único acuerdo al que llegaron fue la fecha de la elección de nuevas autoridades: 17 de noviembre. En ese entonces, Fernando Gray, jefe comunal de Esteban Echeverría, aparecía entre los más críticos: “No podemos seguir con los mismos de siempre, con las mismas caras, diciendo y haciendo las mismas cosas, y pretender ganar las elecciones. Tenemos que hacer una profunda renovación. Si nos seguimos aplaudiendo entre nosotros, no tenemos futuro”. Y clausuraba con un sopapo en la mejilla de los jóvenes viejos de La Cámpora: “Me da vergüenza la militancia rentada del partido cuando toman los organismos del Estado con presupuestos millonarios”.
Ahora, Gray, en la inminencia del cierre de listas y el copamiento de la parada por los ruines del último desgobierno, le dejó una solicitud a CFK. “Le pido que tenga un gesto de generosidad y permita que el peronismo se renueve totalmente, atendiendo a los nuevos colectivos y las demandas sociales. Necesitamos una renovación total. Así, cuando hablemos de “trasvasamiento generacional”, que no sea a dedo ni con lapicera, sino producto de un verdadero proceso riguroso de formación, capacitación, participación y elección para empoderar a las y los mejores”. En la misma sintonía y con un buen manejo de la ironía, Ricardo Quintela, gobernador de La Rioja, dejó su perla: “Este no es el lugar para ella. No la podemos bajar a que venga a competir por la presidencia del PJ. Ella está para cosas mucho más importantes, incluso para ser una embajadora itinerante de los argentinos”.
Chicanas aparte, el peronismo enfrenta una de sus horas más cruciales. Si finalmente sucumbe al “capital simbólico” de la variante K; entonces, habrá abrazado el abismo que lo convertirá en un movimiento secular y espasmódico. Si elige postergar las elecciones del 17 de noviembre y abre el espacio a los “emergentes”, al hipotético trasvasamiento generacional, tendrá una oportunidad de sobrevida.
Hay quienes refieren sardónicamente que existe un grupo que se llama “Los Patriotas”. Son infiltrados, se hacen pasar por gente de confianza de Junior y de CFK. Operan para que la jefa se haga de la presidencia del justicialismo. El objetivo final es que la propia naturaleza de Kirchner acabe extinguiendo al movimiento y a lo que ella representa.
Godspeed.
Por: Esteban Fernández