Análisis: sensibilidad periodística
Hace poco más de dos semanas, Carlos Pagni, uno de los referentes del periodismo local, publicó su columna de opinión bajo el título: “Se fortalece el gobierno, ¿se debilita la República”? Pagni sabe al dedillo que la administración Milei padece raquitismo parlamentario, no gobierna ninguna provincia y tampoco acredita intendencias. Creer que un gobierno de estas características puede hacer tambalear o debilitar la idea de la república no es más que una construcción amañada. Difícilmente, el libertario considere que debe hacer flaquear las instituciones para ganar músculo. Marcar ese supuesto riesgo es un residuo de los modos del progresismo para ricos.
En el cuerpo de la nota, el periodista hace referencia a los indicadores que presagian la recuperación económica y el fin de la recesión. Pero cuando le toca referirse al presidente lo compara (en la supuesta boca de otros) con el príncipe coronado de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán. La fundamentación, ahora sí en sus propias palabras, alude a que “en ninguno de los dos casos se habla de figuras que se caractericen por su pluralismo, aprecio por la división de poderes, limitación en el poder o respeto a la libertad de expresión”.
Un tanto peculiar que el creador de “Odisea Argentina” omita mencionar que el príncipe está sospechado, por no decir confirmado, de ser el ideólogo del homicidio del periodista Jamal Khashoggi, opositor acérrimo de la monarquía saudí. Este hecho ocurrió en 2018 y no es un pedazo de información que pueda pasarse por alto al momento de trazar paralelismos. Uno, posiblemente haya mandado a matar al menos una vez; el otro es un economista liberal defensor de la democracia occidental y no está indicado como homicida. Dónde se ve la congruencia. En qué momento el presidente entorpeció la libertad de expresión de los argentinos.
El problema del periodismo no es ese. Es haber perdido la ventaja de la “investidura presidencial”. Milei contesta como un privado, como cualquier desaforado de la red. Ese cambio democratizó su relación con la prensa y la social media. No se trata, como quieren hacerlo pasar, de censura. No toleran que el jefe de Estado los trate de vos y replique sin cuidar las maneras. Es falsa sensibilidad. No quieren perder la ventaja de difamar y calumniar sin que el otro pueda ponerse a la altura del insulto.
El ejemplo de Pagni solo llama la atención porque se trata de un comunicador de lo más fáctico y racional. Pero lo cierto es que ningún opinólogo calificado ha logrado escapar del lugar común y de la narrativa sesgada.
Hacia el final de su reflexión sobre Milei, el ganador del premio Konex habla de que la banca internacional “quiere un gobierno que se muestre fuerte. ¿Con una república más débil? Posiblemente. Tal vez, se esté fortaleciendo el gobierno y ello resulte en la pregunta: ¿Se debilita la república”?
No, solo se debilitan los agoreros y los comprados.
Por: Esteban Fernández